La historia de la venida de Elena es prácticamente contraria a la historia de Simón.

Elena fue concebida cuando Simón tenía 1 año y 2 meses.

Ya para ese tiempo, yo me había formado como doula de parto, había asistido algunos partos, había estudiado sobre parto y posparto por mi cuenta y había dado con el concepto de “wild pregnancy” y “freebirth”.

Además, también había repasado el nacimiento de Simón tantas veces, que ya me había dado cuenta de todo lo que salió mal, de todas las cosas que se salieron de mi control y de, básicamente, el abuso que sufrí en manos del sistema médico/obstétrico; es lógico que no quería volver a pasar por esa experiencia ni por ese sistema.

Vamos a decir que yo realmente no estaba planeando tener otro bebé por al menos un tiempo más, pero sentía este llamado, como que Dios me estaba diciendo en el oído que le diera para allá, que confiara y tuviera otro bebé.

Como yo estaba trackeando mi ciclo y ya estaba bien familiarizada con él, en el día que Elena fue concebida, yo estaba 100% consciente de que era 100% probable que me iba a embarazar, pero me lleve de lo que estaba percibiendo y le di para allá como quiera.

Yo me tomo la temperatura en la mañana todos los días. Cuando observé que la temperatura había subido, señal de que la ovulación ya había ocurrido, seguí tomándomela. Cuando vi 18 temperaturas altas y que no bajo nunca, lo supe: estaba embarazada. 

Como quiera el 6 de diciembre que era el día 18 o 19 post ovulación, yo quise hacerme una prueba de embarazo para “confirmar”, así que mi regalo de San Nicolás fue una prueba que más positiva no podía estar.

Y emocionalmente me pasó lo mismo que con Simón: Al principio me asusté, medio me deprimí, me preguntaba como rayos lo íbamos a hacer y luego me tranquilicé y me puse contenta.

Con este embarazo yo decidí no acudir al obstetra, ni al sistema médico. Nunca me hice analíticas, ni sonografías, ni me consulté con nadie.

Y qué bueno porque ese mismo año, en marzo, los dueños del mundo decidieron que había una “pandemia” y cerraron todo y nos obligaban a todos a usar bozal y a hacernos pruebas de dicho bicho para cualquier cosa.

Como yo no conocía a nadie con quien tuviera suficiente confianza como para invitarlos a mi embarazo y parto, decidí no darme seguimiento con nadie.

Este fue un embarazo muy chill por un lado y muy estresante por otro.

Fue chill en el sentido que nadie me estaba presionando, ni metiendo miedo, no tenía que ir a la clínica, ni hacerme mil estudios y además tenía a mi esposo conmigo 24/7.

Honestamente, las sonografías no me hicieron falta, no me hizo falta saber el sexo del bebé, ni “verlo”. Prefiero verlo directo y en vivo cuándo nace y que sea una verdadera sorpresa.

Fue estresante porque en ese año tuvimos más problemas de plomería que nunca, nos mudamos casi de termino, y en ambas casas, la vieja y la nueva, tuvimos problemas de plomería y con el A/C constantes.

Realmente sentí como que en el embarazo completo no hubo un momento de paz, porque aparte de que tenía que hacerme cargo de Simón, si no era que estábamos presos en la casa por las restricciones, era que había un millón de problemas que teníamos que resolver y como la economía se vio mermada por el circo de la pandemia, pues yo tenía los nervios de punta.

Esta vez tampoco hubo dinero, tiempo ni oportunidad para coger un “babymoon”, cosa que si pudimos hacer en el embarazo Simón.

Realmente de este embarazo no hay mucho que contar. La barriga fue más pesada, me cansaba mas, hubo un tiempo que no podía comer huevos ni pesto, pero por lo demás fue bastante bien en términos de salud y de molestias.

Así que ya podemos pasar al momento del parto.

Como yo sabía casi exactamente el día que había ovulado y concebido, tenía mi fecha probable de parto calculada casi con exactitud.

Eso quiere decir que en mi cabeza ella iba a nacer alrededor del 20 de agosto. Así que, la verdad, es que el parto me agarro de sorpresa y yo le puse resistencia.

Digo que me agarro de sorpresa porque mi parto anterior fue a las 41 semanas, que en realidad eran 40.

Las primeras sensaciones empezaron en la madrugada, casi igual que con Simón. Me desperté alrededor de las 4:00 am a hacer pipi y cuando me volví a acostar no pude volver a dormir bien, porque cada vez que iba cogiendo el sueñito me molestaba una Braxton Hicks “intensa”.

Ese día venían unas personas a arreglar algo de la tubería de desagüe del A/C, así que Christian salió temprano al trabajo para poder regresar a las 9:00 am y atender a los plomeros.

Yo estuve sola con Simón, que se despierta temprano, en la hora del desayuno y estaba muy irritable por las supuestas Braxton Hicks y no tenía ganas de fuñir mucho o de sentarme a jugar con él.

Christian llegó como a las 9:00 am y nos pusimos a preparar su desayuno. Ahí le dije que había estado teniendo algunas sensaciones, pero que no creía que fuera full el parto porque todavía “no era tiempo”.

El desayunó y se puso a atender a los plomeros y yo salí al supermercado a conseguir algunas cosas que iba a necesitar para unas comidas que quería preparar en los próximos días.  

En mi cabeza yo NO estaba de parto, pero me sentía súper incomoda y consciente de cada sensación, aunque tratara de ignorarlas.

Cuando llegué del súper, Christian acostó a Simón para su siesta y, al rato, nos pusimos a hacer la comida que, gracias a Dios, yo había decidido que iban a ser burgers.

Ya a este punto eran alrededor de las 12:30 y las sensaciones continuaban siendo relativamente suaves. Acuérdense que yo NO estaba de parto, estaba en negación total.

Después que comimos y preparé el café, se despertó Simón, así que me puse a hacerle su comida.

Ya en ese punto las sensaciones se estaban intensificando al punto de que cada vez que venía una tenía que parar lo que estuviera haciendo. Pero yo aún estaba negada y seguía diciéndome “es que no puede ser hoy”. 

 Intenté sentarme para acompañar a Simón a comer, pero cada vez que venía una sensación necesitaba pararme y moverme, porque ya se estaban poniendo muy intensas y más seguidas.

Recuerdo que en una de esas Christian vino, me abrazó y me apoyé sobre él; el intentó hacerme un hip squeeze, pero eso se sintió horrible, así que le dije que parara.

Durante esa comida de Simón me senté y me paré a dar vueltas varias veces.

En una de esas estaba apoyada en la meseta de la cocina y estaba cayendo en cuenta que esto iba porque iba y que por más que yo me negara, iba a continuar.

Christian vino y me abrazo de nuevo, y ahí tuve una crisis, diciéndole que no, que no podía ser, que esto tenía que parar, que era la próxima semana y que aún faltaban muchas cosas por terminar y cuadrar antes de que el bebé naciera y que yo le había pedido a Dios al menos una semana de paz y tranquilidad y que ¿ni siquiera eso me podía conceder? yo estaba MUY quillada.

Alrededor de las 2:00 pm le escribí a Laura, mi amiga, con quien había hablado anteriormente para que viniera a estar con Simón por si él necesitaba ser atendido en medio del proceso, y le dije que la iba a necesitar.

En este parto las sensaciones, aunque eran similares a las que experimente con Simón, me dolían muchísimo. Este fue un parto que puedo decir que me dolió.

Hubo un instante en el que yo estaba en la cocina y tuve como un momento de claridad. Me di cuenta que yo le estaba poniendo resistencia al proceso y ahí me dije “ok, ya, esto es lo que va. It’s happenning” y a partir de ahí me puse en modo sacar al muchacho.

No es que dejó de dolerme o yo dejé de resistirme, PARA NADA. Pero ya mi mente sabía que eso era lo que iba a pasar ese día y que no había vuelta atrás.

A partir de ese momento las cosas se aceleraron y se intensificaron rápidamente.

Supe que andaba alrededor de los 7cms por las cosas que estaba haciendo. El cerebro de persona que ha estudiado sobre esto no se desconectó. Las contracciones, yo sentía, no me estaban dando respiro y me dolían muchísimo.

Estas eran las cosas que yo decía durante todo el parto, aparte de gritar como nunca en mi vida: “NOOOOOOOOOO” “ME DUELEEEE” “VETE YAAAAAAAAA” “ACABATEEE” “DEJAMEEE”. Si se esperaban el cuento de un parto zen, este parto no fue NADA zen.

Luego de ese momento de claridad en la cocina, yo decidí que tenía demasiado calor. Christian había dejado el aire de la habitación prendido, así que fui para allá y luego mi próxima misión era llegar a la ducha.

Después de que entré en la habitación, perdí la noción del tiempo y de quien estaba y quién no. Las sensaciones comenzaron a venir una detrás de la otra. Llegué a tener sets de 3 contracciones back to back, así que llegar a la ducha me tomó lo que para mí se sintió como una eternidad.

En el camino me quité toda la ropa, pues no soportaba tener nada encima. Christian y Simón entraron, pero yo ni cuenta me di y finalmente llegué a la meta, LA DUCHA. La abrí, me comenzó a caer agua en la espalda y vi la gloria. No importaba si el agua estaba fría o caliente, la sensación del agua cayendo sobre mi espalda se sentía MUY BIEN y ya el resto del parto transcurrió en este lugar.

Yo sabía que estaba cerca ya, porque sentía al bebé descendiendo, aun sin ganas de pujar, pero podía sentir la cabeza bajando. En algún momento llego Laura. Yo miré hacia la puerta y los vi ahí a los tres.

Laura entro al baño y me dijo algo. No sé cómo ella se dio cuenta que no quería que me tocara, pero se paró de nuevo en la puerta del baño, que era lo que yo necesitaba. Y las sensaciones seguían viniendo y yo seguía diciéndoles que se fueran, que se acabaran ya.

Luego de uno o dos sets de sensaciones les dije a Christian, Laura y Simón que se fueran. Necesitaba estar sola, pues no podía concentrarme porque me sentía observada. Luego de que ellos salieron se volvió a poner pilas de intenso. Ya aquí no había palabras, creo, solo gritos.

No sé cuánto tiempo paso entre el que ellos se fueran y que yo empezara a sentir ese deseo de pujar, pero comencé a sentir un deseo irresistible de pujar y de que el bebé saliera YA, así que comencé a pujar con todo.

Ahí no me acorde de soplar, ni de dejar que la piel se estirara ni nada de eso, pujé con TO’.

En una de esas rompí bolsa y la cosa se puso todavía más buena. Las sensaciones eran más intensas. En ese momento llame a Christian para que viniera y él se materializo al lado mío.

No sé lo que él estaba haciendo, pero yo seguí pujando y, momentos después, sentí que ya la cabeza estaba coronando, así que llevé la mano y efectivamente, ahí estaba.

En el próximo pujo salió media cabeza y yo la vi ahí con una expresión tan serena. Yo estaba en una posición asimétrica. En la próxima sensación termino de salir la cabeza y con la próxima salió todo el cuerpo que yo agarre con mis propias manos.

¡Eso fue increíble! Lo único que podía decir era “OH MY GOD!”

Como el bebé gritó y comenzó a ponerse rosado de una vez, yo procedí a chequear otras cosas.

Lo primero fue el sexo; Dije: “es Elena”.

Lo segundo fue ver si tenía manos y pies completos y lo tercero fue si tenía la columna completa.

Terminada la revisión supe que mi bebé nació perfecta.

Luego de eso sentí una contracción y me acuclillé, pero no pasó nada. Unos minutos después sentí otra y me acuclillé de nuevo y ahí salió la placenta, grande, hermosa y completa.

Ese fue el único momento en que Simón se asustó y se puso a llorar; por lo demás él estuvo tranquilo y atento el parto completo, como si supiera que algo grande estaba pasando.

Luego de estar un rato en la ducha absorbiendo y recibiendo lo que había pasado, decidí que quería irme a la cama. Laura me ayudo a limpiarme y luego a pararme para moverme.

No voy a mentir, cuando me paré me sentí bastante mareada y como que me iba a desmayar, pero desde que me acosté me sentí mejor.

Me dieron a Elena y me la puse en el pecho. Ella duro un rato ahí y luego se prendió del pezón y comenzó a chupar como si siempre hubiese estado haciendo eso.

Christian, Laura y Simón se encargaron de mantenerme hidratada y alimentada, lo que me ayudó a ganar fuerzas y a dejar de sentirme mareada cuando me paraba.

Separamos el cordón de la placenta, Quemándolo, unas 6 horas después del nacimiento. Luego de un rato vi que salía un poco de sangre por la parte que quedo pegada a su ombligo, así que le puse un clamp.

Elena estuvo conmigo 24/7 desde que nació y por las próximas 2 o 3 semanas. Sólo nos separábamos cuando yo iba al baño o tenía que bañarme.

Ella nació el 11 de agosto, a las 3:38 PM, luego de tal vez 2 horas de labor realmente intensa.

Cuando la llevamos al pediatra para el examen de RN ¿adivinan cual era su edad gestacional? 39 semanas; mis cálculos ON POINT.

Esa la belleza de seguirle el paso al ciclo menstrual; así que sí, la señora decidió que iba a llegar una semana antes.

Y ese fue el parto/nacimiento de Elena, justo lo que quería y al mismo tiempo completamente diferente a como me lo había imaginado.

La historia y bienvenida de Tomás

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Tengo que admitir que duré alrededor de un año posponiendo el embarazo. Yo sabía que era lo que Dios me pedía, porque el llamado era constante. Pero yo tenía miedo. Las circunstancias de la vida nunca son perfectas para las decisiones importantes y los grandes cambios...

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