(contado a través de una boda y 2 embarazos)

Ya he comentado antes como, antes de lanzarme al catolicismo, no quería casarme, ni tener hijos y vivía una vida más o menos desordenada.

Luego de que Christian y yo tuvimos una crisis y de 10 años de relación, él decidió terminar conmigo.

Mucho tiempo después fue que me enteré que fue por convicción espiritual; pero, el punto es, que en esa ruptura Christian estaba reencontrándose con Dios. Luego nos fuimos reencontrando nosotros y, por vía de él, yo fui iniciando mi camino para encontrarme con La Verdad también.

Unos meses después de que Christian y yo reiniciamos nuestra relación, yo le dije sin rodeos que no pensaba seguir por mucho tiempo, a menos que nos casáramos pronto, pues teníamos 10 años alimentando esperanzas de mudarnos juntos, haciendo planes para finalmente despegar nuestra vida y todo lo demás, pero esos planes y esos sueños siempre se iban posponiendo porque las condiciones nunca eran ideales.

Esta vez tampoco eran ideales, pero él estaba dispuesto y unas semanas después, luego de que pidiera la bendición de mi papá, ya teníamos fecha para la boda.

A partir de ahí comenzamos a hacer todo lo que era necesario para, por fin, empezar nuestra vida juntos.

Christian, finalmente, terminó una relación de trabajo toxica, que no lo dejaba avanzar y yo me enfoqué en planificar la boda y en aprender a confiar en Dios.

Lo primero que pasó cuando ya decidimos dar el paso, fue que se nos hizo casi imposible conseguir una cita con el párroco de la iglesia donde queríamos casarnos. Primer ataque.

Finalmente se logró y nos reunimos con él. Hicimos todo lo que exige la iglesia y también lo que él nos recomendó.

Entre eso estaba tener una especie de sesión de pareja con un psicólogo que es diacono en esa iglesia.

Y aquí mi enemigo no. 1, Satán, entra a seguir interfiriendo en el asunto.

Lo mal que nos fue en esta sesión se puede resumir en la recomendación que nos hizo este diacono: Casarnos por lo civil como una “prueba” y después, si “funcionaba” que nos casemos por la iglesia, pues el pronóstico de él para nuestra relación era fatal.

Eso nunca se le recomienda a nadie que se quiera casar por la iglesia. Mejor recomiende que se termine la relación, pero el matrimonio civil es un NO NO.

Además, yo siempre dije que si algún día me casaba no era para divorciarme, así que para mí esa noción era ridícula.

Yo salí de ahí muy desesperanzada. Segundo ataque.

El diablo es muy inteligente, es observador y siempre ataca con cosas que sabe que te harán dudar de tus convicciones y te harán querer echarte para atrás.

Lloré como por dos días, pero después me calmé, analizamos la situación, junto con mi papá y se tomaron las decisiones correspondientes.

La boda seguía en pie.

Luego de eso, ya yo tenía un lugar para la recepción reservado, pagado y todo; un lugar que, para mí, era perfecto.

Un día me llaman y me dicen que la recepción no puede ser en ese lugar, porque cuando fui a reservar a ellos se les había olvidado que para esa fecha había otro evento llamado EL COLOR 5K.

Eso me lo dijeron después que hasta las invitaciones estaban impresas.

Gracias a Dios me reembolsaron el 100% del dinero que había pagado, pero yo tenía un pique.

El Diablo sabe que soy pila de fatalista y saco conclusiones exageradas.

Casi cancelo la boda del pique tan grande. Tercer ataque.

Gracias a Dios había contratado a un ángel llamado Josefina de Crafty Designs, que aun no siendo parte del paquete que habíamos acordado, me ayudó a buscar otro lugar y encontró uno aun más perfecto que el primero.

Después de eso creo que el enemigo se dio cuenta que esa boda iba aunque el fuñera y como que se calmó.

Nos casamos y al año siguiente, después que teníamos unos meses mudados y que ya estábamos como respirando, yo me comencé a hacer preguntas.

¿Por qué estaba posponiendo tener hijos? Al fin y al cabo es lo que percibía que Dios quería de mi.

La idea de tener un bebé no salía de mi cabeza, así que lo hablé con Christian y decidimos darle para allá.

Dios siempre está contento con una nueva vida.

Finalmente quede embarazada al final del 2017.

Y ahí mi enemigo se puso en acción.

A mediados de enero, después que yo me había hecho mi primera sonografia y que ya estaba contenta, íbamos en el carro Christian y yo, y un energúmeno de esos que andan en las calles de SDQ, decidió que se iba a ir en rojo y colisionó con la parte trasera de mi vehículo.

Gracias a Dios a nosotros no nos paso nada físicamente, pero este no fue cualquier choque.

El resultado del choque fue una pérdida total del carro que, por cierto, acababa de cumplir un año conmigo.

Luego de ese choque comencé a tener unos calambres en el vientre tan pero tan fuertes que me dejaban tirada en el piso sudando frio. Tenía un miedo de perder al bebé inmenso.

Yo no sé por intercesión de quien fue, pero estoy segura de que ahí Dios metió la mano. Nunca sangré durante esas dos semanas horribles y, después de ahí, tuve un embarazo perfecto sin ningún tipo de problema, del cual salió Simón.

Bueno, el resultado del accidente fue que tuve que coger un préstamo para terminar del saldar el carro, porque el seguro no lo cubrió completo y me tuve que meter en otro préstamo todavía mas grande para sacar otro vehículo.

En ese momento para mí esa carga financiera era sofocante y me hizo cuestionar mis decisiones. Pero al final las cosas se balancearon y pudimos salir a flote.

Luego de que Simón nació y fue creciendo y yo veía las reacciones de la gente a él y a nuestra familia, que habían mujeres que no querían tener hijos y después de conocer a Simón se cuestionaban esa decisión, yo supe porque el Diablo no quería que él naciera.

Luego de que Simón cumplió un año yo comencé a sentir de nuevo que me estaban susurrando al oído que el otro bebé ¿pa’ cuando?

No era nadie en el exterior, era en mi interior ¿que yo esperaba?

Las cosas estaban más o menos estables, habíamos hecho un plan para ir saldando deudas y estábamos en una situación que parecía decente para recibir a otro bebé.

No había por qué decir que no. Decidí darle para allá de nuevo.

Me embarazo, todo excelente.

Llega el 2020. BAM.

PLANDEMIA.

Perdemos una entrada de dinero fija. Mis padres casi pierden su negocio. Tenemos que estar gastando en arreglar cosas, cuando no de la casa, del carro.

Nos mudamos y en esa casa tenemos que seguir gastando dinero arreglando filtraciones, todo esto con una sola entrada de dinero. Llevamos nuestras tarjetas de crédito al límite, los bancos comienzan a fuñir.

Esta vez el ataque fue sin descanso. Esta vez atacó mi relación con mi esposo de una manera implacable. Tanto, que todavía estamos trabajando en ello.

Después mi casa se lleno de hongos. Todos, sobre todo yo, nos comenzamos a enfermar muchísimo.

Tuvimos que salir corriendo de ese apartamento, que en todos los demás aspectos era perfecto para nosotros, mudarnos donde mis padres y de ahí partir.

Fue y sigue siendo MUY DIFICIL.

Pero cuando veo a mis hijos y el impacto que tienen en el mundo que los rodea, YO SÉ por qué Satán NO QUIERE que nazcan.

Y el ataque continua.

Ahora me hago las mismas preguntas. Tengo meses “discerniendo” y no me termino de decidir, yo sé lo que Dios quiere, siento el impulso, pero no me atrevo.

Esta vez el ataque es preventivo.

Cada vez que estoy a punto de decir que SÍ y lanzarme, pasa algo.

Algo que me hace cuestionarme y echarme para atrás un mes más, a ver si las cosas mejoran.

Él sabe que si me suelta le voy a dar para allá.

Necesito ayuda.
Oren por mí.

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