Si no has leído el parto de Simón o el de Elena haz clic en el nombre para leerlo primero porque voy a referirme a estos partos en el siguiente artículo.

Mirando hacia atrás desde el parto de Elena en casa donde no hubo nadie en el medio donde Natalia pudo hacer lo que quería y donde yo me sentía mucho más cómodo porque sabía lo que estaba pasando ya que tomamos un curso de “freebirth society” y porque no tenía que pensar en las agendas de personas que no fuera nosotros. Era simplemente pensar en Naty y cuidar a Simón. 

En el parto de Simón fue todo lo contrario. Había muchas mentes que yo no sabía si estaban aliados con nosotros. La doula se tenía que ir de viaje, las enfermeras no tenían otros partos en esa noche, éramos lo únicos; ¿muy bueno para nosotros, pero para ellos? ¿Éramos una molestia? ¿Éramos los que vinimos para azarar la noche de paz que tenían? ¿Y la doctora? Ella parce que tenía una clase en ese momento y cada vez que yo llamaba quería que otra persona se encargara en vez de ella venir, imagínate, estaba ocupada.

Yo solo sabía que yo estaba ahí para mi esposa, pero por lo demás sentía que el mundo estaba indiferente, o peor, en contra del parto que queríamos.

Ya nos habíamos escapado de una doctora que quería hacer una cesárea un mes antes de que finalmente Simón decidiera nacer. Todo bien durante el embarazo entero, pero cuando se acercaba el final, de repente, todo color de negro, todo fatal diagnosticaron a Natalia con hipertensión y querían ingresarla en cuidados intensivos. Sí, todo de repente y de la nada.

Natalia cambió de médico con 38 semanas y lo irónico fue que el parto completo la presión estuvo en rangos normales.  

Para mi irnos de la casa al mundo de afuera era combatir en el territorio del enemigo, donde ellos nos superaban en números, tenían toda ventaja y, lo más importante, para ellos eran ellos mismos. Pero me estoy adelantado, déjame comenzar.

Cuando Natalia comenzó a estar en labor de parto en la casa yo me di cuenta antes de que ella me lo dijera, pero como sé que ella prefiere su espacio no dije nada, mucho después supe que ella había botado el tapón mucoso en la madrugada y ni me había dicho.

Después de salir al parque, regresar porque llovió, hicimos y comimos tacos, fuimos a la clínica y regresamos, la labor de parto se intensifico. Nuestra doula fue a la casa. Cualquiera pensaría que fuera algo confortante ya que yo nunca había asistido un parto, pero era como dejar un enemigo entrar en mi territorio.

Naty y yo somos relajados y yo conozco el temperamento de Natalia, se cómo a ella le gustan las cosas y se cómo ella prefiere que no se metan con ella; por otro lado, a lo que se intensificaba las sensaciones de la labor la doula ansiosa miraba la hora y me insistía. “¡no la dejes sola!”

¿Qué pasa? yo tenía un dilema, la doula está aquí para ayudarnos, tenía experiencia y Naty quería la doula, pero por otro no dejarla sola se sentía completamente en contra de todo lo que yo sentía, pero en vez de decir que no, fuí a ver que hacia Natalia en el baño y aunque ella no puso una cara ni nada, pues estaba un poco ocupada, yo sentía que estaba invadiendo su espacio y que eso no era bueno.

Yo Salí del baño y Natalia después de un rato pegó un grito alto y diferente, yo estaba calmado, pero la doula me miro con ojos como platos “¡tenemos que irnos ya! “

Naty no quería que irse. Ya, en mi opinión, eso era suficiente para no ir, pero la doula decía que teníamos que irnos, pues nos fuimos; y yo con la duda de que estaba haciendo lo equivocado otra vez. Nos fuimos, yo manejando muy lento para el gusto de Natalia y ella pasándolo fatal.

 [Doula: una persona capacitada para brindar asesoramiento, información, apoyo emocional y consuelo físico a una madre antes, durante y justo después del parto]

Ya en el hospital, cuando la querían llevar en una silla de ruedas yo sabiendo que ella no quería eso me puse a la ofensiva. Ellos tienen protocolos, formalidades y al final del día un procesamiento impersonal que no toma en cuenta a la madre ni el hijo.

Naty no se quería sentar, ni estaba enferma y más que nada simplemente no se quería sentar en una silla de ruedas y ser empujado como un enfermo. Al final ellos estaban diciendo que el pobre hombre que tenía que llevarla en la silla solamente sigue órdenes y que el necesita el trabajo etc. etc… recurriendo a la manipulación. Ellos no estaban ahí para nosotros estaban ahí para ellos: estábamos solos. Naty se cansó de la discutidera y decidió sentarse.

¿La frase “no significa no” es una que se usa mucho para educar a hombres sobre consentimiento? Si una mujer dice no significa frena, para y no sigas.

Que haces cuando lo que oyes:

“no, N0!”

“nonononono, pera, pera…” meneando la cara de lado a lado

“PARA!”

Ves como el cuerpo trata de escapar de los tactos, ves como la cara de una mujer se estremece con dolor cada vez que la tocan.

En el parto de Elena, Naty estaba negada, y hubo “no” y “me duele”, y “ya” pero no era igual, no era de la misma manera. Ahí ella hablaba con Dios, y con Elena y discutía porque “no era el momento”, porque era muy rápido y porque era intenso. Pero en el parto de Simón era hablando con la doctora, era en contra de los tactos, sugerencias y procedimientos que hacían. Simón peleaba también cada tacto hacia que el regresara para arriba.

Natalia que prefería sentir el momento y ver lo que su cuerpo le pedía estaba siendo bombardeada de consejos y siendo tocada y manipulada constantemente. Ella se cansaba más y más y se hartó, no como con el parto de Elena, sino que ya estaba rota, perdió el deseo de seguir.

Ella estaba siendo abusada enfrente de mí. Yo estaba confundido, me había disociado y solo seguí tratando de acompañar a Naty lo mejor que podía. La tranquilidad que normalmente mantenemos fue invadida de tal manera que estabamos en estado de shock.

Después de lo que se sintió como mucho tiempo nos pasaron quirófano para el expulsivo. Naty estaba exhausta. Yo estaba tan perdido a este punto que me puse una cobertura de pie en la cabeza. 

 Después de un tiempo de mucho pujar y Simón no nacer, me pidieron pasar para adelante y ver que Simón no salía y que “tenían” que hacer una episiotomía (Una episiotomía es una incisión que se hace en el perineo (el tejido entre la abertura vaginal y el ano) durante el parto.)

ahora imagínate un grupo de personas alrededor de tu esposa desnuda, una explotándose el cuello y dedos, otra sacando una tijera y todos esperando la señal para hacer todo lo posible para sacar a Simón de una vez. Una corta, la otra se sube a una escalerilla y pone todo su peso sobre la barriga de Natalia, llamado maniobra de Kristeller (consiste en hacer presión del fondo uterino en el período expulsivo, la segunda etapa del trabajo de parto). De repente Naty baja la cabeza totalmente agotada y ahora hay un bebé que están poniendo en su pecho. Yo me estaba mareando cuando sentí a todo el mundo tirarse arriba de Naty, y no era la sangre, ni el parto.

La sangre nunca me ha molestado y después, cuando nació Elena, yo la vi saliendo hasta que Natalia la cargo en sus brazos y no me maree para nada, hasta cuando salió la placenta que yo la agarre y conté partes en mis manos asegurando que salió entero del útero.

Era la situación, era que me pase horas básicamente viendo y escuchando a mi esposa tener su cuerpo y su persona abusada con un clímax de abuso al final.

Bajo risas de la doctora y las enfermeras me pasaron alcohol para el mareo a lo que ellos se llevaban a Simón, con menos de 10 minutos de piel con piel con Natalia.

Naty se sentía fría, estaba temblando y estaba con una mirada perdida, fue lo único que podía ver. Yo, todavía mareado, vi también que se llevaban a mi hijo y me fui atrás de ellos. Yo sabía que necesitaba estar piel con piel y sabía que, aunque estaba dejando a mi esposa sola y en un estado que parecía muy mal, tenía que cumplir con el deseo de ella de tener a Simón piel con piel y de velar por que no le pusieran nada.

Caminando se me fue quitando el mareo. Me puse a hablar con la enfermera preguntando casualmente de donde era, y que era el aparato ese donde colocan al muchacho mío. Desde que vi a Simón tuve esta sensación de Padre, no emocional, sino concreto, físico, esta es mi responsabilidad.

Me explicaron que era una incubadora.  ¿cómo para los pollos?  me mandaron a poner una ropa de enfermera, tome una nota mental de donde se colocaba. Pregunte cuando podemos tener el muchacho en el cuarto entre conversaciones. Me dijeron que desde que esta la mamá está en el cuarto llevan al bebe. Yo fui sacándole información hasta que ya me tenía que ir.

 

Me quede en la puerta despidiéndome hasta que vi que ella se estaba casi yendo y deje la puerta cerrar… casi. puse mi pie abajo y espere un momento después abrí la puerta me agarre la ropa de enfermera y me fui a la incubadora, me quite la camisa y saque Simón y por primera vez lo cargué y me lo pegué al cuerpo sentándome en una silla y nos quedamos ahí, él estaba súper calmado ni se molestó, estaba durmiendo.

Paso un largo tiempo y de repente entra la enfermera y parece que me iba decir algo, pero luego se calló y movió su cabeza a ambos lados y se fue. Me quedé un tiempo más y me fui a buscar a Naty.

Cuando Naty llego al cuarto yo Salí en misión de rescate. Me pase el tiempo preguntado, “fuñendo” y, finalmente, reclamando que me mandaran Simón ya. Y en poco tiempo lo hicieron.

 El período posparto no fue ideal y ambos estamos convencidos de que tiene mucho que ver con la experiencia de parto.

 Cuando Simón era pequeño Naty lloraba cuando lactaba, hasta en público. Ella tenía tiempos que simplemente estaba triste. Muchos lo llaman los baby blues y lo tratan de normalizar, pero sólo porque algo es común no significa que es normal. El parto fue traumático. Con Elena Natalia no paso por esto, estaba feliz con su bebé en brazos y era una madre más segura.

Creo que en una clínica siempre vas a tener las probabilidades de que estén en tu contra, pero si yo hubiera seguido mi instinto de proteger a Naty probablemente el parto hubiera sido en casa, y ni hubiéramos salido a la clínica.

La historia y bienvenida de Tomás

La historia y bienvenida de Tomás

Tengo que admitir que duré alrededor de un año posponiendo el embarazo. Yo sabía que era lo que Dios me pedía, porque el llamado era constante. Pero yo tenía miedo. Las circunstancias de la vida nunca son perfectas para las decisiones importantes y los grandes cambios...

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