En esta semana fue el primer día de clases de muchos niños.

Entre en Instagram y me salieron muchísimos reels de padres expresando lo contentos que estaban de que POR FIN no iban a tener que estar todo el día con sus hijos.

Mi primera reacción siempre es de exasperación hacia los padres ¿Cómo es que se hartan de los hijos si ellos están trabajando? ¿Cómo son capaces de hacer estos videos descaradamente delante de los hijos? ¿Cómo se sentirán los hijos al saber tan a la clara que sus padres quieren salir de ellos?

Estos videos parecerán graciosos y hasta satíricos, pero todo chiste esconde una realidad.

A diferencia de otros días, me detuve a pensar y pude sentir un chin de compasión hacia esos padres, porque la verdad es que yo también me harto de mis hijos.

Mirando desde mi propia experiencia y de las cosas que he aprendido y también desde un libro buenísimo que acabo de leer, me doy cuenta de que, aunque, en mi opinión, son videos desagradables, son parte de un desahogo que los padres modernos no tenemos o no sabemos hacia quien dirigir.

Creo que somos parte de un experimento de ingeniería humana que empezó mas o menos alrededor de la revolución francesa, seguido por la revolución industrial.

Un proceso en el que la vida del hogar se movió completamente fuera de el y donde, lentamente, se han ido erosionando las estructuras, tradiciones y formas de hacer las cosas que les permitían a las personas trabajar, criar y vivir en familia de manera fluida y no compartimentada.

Antes la vida era la vida; no era vida de trabajo, vida social, vida de familia, vida de pareja. La vida era el todo y todo encajaba sin luchas.

El punto es que no fuimos hechos para vivir como islas.

Tampoco fuimos diseñados para convertirnos en payasos, entretener a los niños y jugar.

Los niños no fueron diseñados para tener miles de juguetes y distracciones y entretenerse en lo que los adultos hacen otras cosas, ni para estar con un solo adulto todo el tiempo.

Si la vida de hace miles de años, cuando no teníamos la “seguridad” y comodidad de hoy en día hubiese sido como la vida moderna, si esos padres criaran como criamos nosotros, no estoy segura de que la humanidad hubiese sobrevivido.

Y podemos verlo porque siendo seres altamente sociables y que prosperan mejor en comunidad, cada día de esta vida moderna y cómoda nos volvemos más aislados, ansiosos y depresivos.

Entonces ¿Cuál es el diseño? ¿Cuál es el estilo de vida “fisiológico” por así decirlo?

El niño esta diseñado para aprender de los adultos que lo rodean, observar, hacer lo que hacen y jugar alrededor de los adultos con utensilios normales y cosas que se encuentran e inventarse sus propios juegos.

Esto lo podemos ver en la intensa necesidad y deseo que tienen los niños pequeños (2-3 años) de hacer todo lo que hacen los adultos ellos “solos”. Desde limpiar, hasta cocinar, ellos tienen el deseo de ayudar (antes de que se lo matemos).

Usualmente los grupos de niños son de edades mixtas, donde los más grandes cuidan a los medianos y pequeños, y los medianos cuidan a los chiquitos.

Además, los niños tienen varias figuras de apego, aparte de los padres, que se encargan de su crianza. Pueden ser hermanos mayores, vecinos, amigos u otros familiares.

El adulto está diseñado para llevar a cabo sus quehaceres a los que el niño se une, si quiere. También para conseguir el sustento (cazar, recolectar frutos y, en nuestro caso, trabajar) y para cuidar y enseñar a los más pequeños, pero de una manera que no interrumpa sus actividades.

Además, el adulto nunca cría solo. Desde el momento que el bebé nace está rodeado de personas que están ahí para ayudar y co criar con él.

Claro que esto es mucho más fácil en esas comunidades porque todo el mundo cría y trata a los niños de la misma manera, mientras que en nuestro caso todo el mundo hace las cosas de manera diferente.

La autora de este libro visito 3 comunidades que aún viven y crían de esta forma y se sorprendió de como los niños de esos lugares se comportaban y ayudaban en sus hogares, no por obligación sino por deseo; aplicó los principios de lo que vio y se sorprendió de lo bien que funcionaban.

En estas comunidades también se ve que los niños tienen gran autonomía y deciden momento a momento que harán, en que van a ayudar, que van a jugar, en vez de ser los adultos los que dicten lo que ellos harán cada minuto del día; los niños son siempre bienvenidos a unirse a las actividades de los adultos, además de que tienen una responsabilidad implícita de ayudar al grupo a lograr sus objetivos.

Yo aún estoy en proceso de integrar este conocimiento y aplicarlo en mi casa a ver como me va.

Siempre he sentido que la crianza no debería ser tan difícil y pesada y me ha frustrado muchísimo lo cuesta arriba que se ha ido volviendo al pasar de los años.

Lo mas frustrante es lo incompletos y fuera de centro que se sienten los consejos de los “expertos” en crianza; como se siente que hablan demasiado y me dicen que debo hacer cosas que no quiero o que encuentro que no son necesarias como jugar, tiempo exclusivo con cada hijo (citas), tener guiones para “validar” emociones, planificarles actividades, etc., cosas que me agregan trabajo en vez de alivianarme la carga.

Leer el libro me puso en evidencia que, hasta cierto punto, esos padres que se cansan de la demanda intensa de los niños tienen razón, porque no fuimos hechos para estar encima de ellos 24/7, ni para criar de la manera que lo hacemos.

La forma en la que criamos hoy en día, sacándolos de nuestros asuntos en vez de integrarlos, dándoles 100 mil ordenes al día y entreteniéndolos con actividades y juegos en los que nosotros no estamos interesados nos hace crear niños extra demandantes, intensos y que al final del día pierden el interés de ayudarnos en nuestros quehaceres, haciendo que con el paso de los años ellos sean reyes y nosotros sirvientes, lo que crea resentimiento.

No, los niños NO SON dictadores, se vuelven dictadores. No, los adolescentes NO SON vagos, se vuelven vagos y al final es responsabilidad de nosotros mismos que estamos criando dando patadas voladoras, en vez de seguir el diseño, porque no lo hemos aprendido.

En fin, que la crianza puede fluir, puede ser “fácil” y liviana.

Si tú, al igual que yo, estas cansada de que todo sea tan cuesta arriba te recomiendo este libro 100%. Se llama “Hunt Gather Parent” de Michaeleen Doucleff. En español “El arte perdido de educar”.

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